Cuando una OPA es Hostil.., y la Comunicación también
Vamos a analizar cómo los titulares mediáticos y la elección del lenguaje moldean la percepción pública, tomando como caso reciente la llamada “OPA hostil” del BBVA sobre el Sabadell.
INTRODUCCIÓN
Si te llaman OPA y te apellidan HOSTIL, no esperes ser bienvenida.
Más allá de la macroeconomía, los equilibrios corporativos o la geopolítica empresarial, lo que realmente me interesa de este episodio es la comunicación. Porque, aunque yo no opine sobre mercados, sí observo las palabras: cómo se eligen, qué emociones provocan y cómo pueden transformar una operación financiera en un relato épico o en un fracaso.
El lenguaje, una vez más, define la realidad. Y este caso nos deja una lección valiosa para todos los que comunicamos —desde empresas hasta líderes o marcas personales—:
nunca es lo que emites, ni siquiera lo que transmites. Es cómo te perciben.
Observa algunos elementos clave:
1. La Unanimidad Mediática
Pocas mañanas se ve tanta coincidencia. Cabeceras de todos los colores ideológicos y soportes (digitales, físicos, económicos y generalistas) abrieron con la misma frase:
“Fracasa la OPA hostil del BBVA sobre el Sabadell.”
¿Casualidad? ¿alineación estratégica? ¿o reflejo de un consenso emocional más que informativo?
La elección unánime de un titular no solo informa: crea clima, dirige conversación y condiciona percepción colectiva. En este caso, el mensaje dominante no era económico, sino emocional: “ha fracasado el poderoso”.
2. La Carga Emocional del Lenguaje
Cada palabra del titular tiene peso psicológico:
- FRACASA. Sin paliativos ni matices. Con tantos expertos en marketing y comunicación detrás de ambos bancos, ¿cómo es posible que la palabra “fracaso” —tan rotunda— sea la escogida por unanimidad? Esa elección no es neutra: es juicio y emoción pura.
- OPA. Para muchos, suena a algo técnico, distante, incluso “oscuro”. La sonoridad no ayuda: OPA rima con onomatopeyas torpes y canciones populares (“Opa, yo tengo un corrá…”).
- HOSTIL. Es la joya semántica del titular. Autodenominarse “hostil” en una operación que pretende ser inteligente, estratégica o beneficiosa, es, cuanto menos, paradójico. En comunicación corporativa, ninguna palabra debería elegirse sin medir su carga simbólica.
3. La Emoción Subyacente: David contra Goliat
Más allá del léxico, el contraste visual entre los nombres también comunica:
BBVA (mayúsculas, poder, volumen)
Sabadell (minúscula, cercanía, territorio)
El resultado inconsciente es inmediato: el lector simpatiza con el pequeño. Es una narrativa arquetípica: el débil que resiste al fuerte. Y en tiempos de incertidumbre y desigualdad, ese relato se aplaude.
No importa si el análisis técnico demuestra otra cosa: lo que queda grabado en el imaginario es que el grande ha perdido, y el pequeño ha ganado dignidad.
4. Lección de Comunicación Profesional
Este episodio nos enseña que no basta con emitir mensajes: hay que anticipar cómo serán percibidos.
En comunicación, la intención no siempre coincide con el impacto.
Y aquí está la verdadera enseñanza para cualquier profesional, líder o marca:
- Cuida el vocabulario con el que nombras tus acciones.
- Evalúa la emoción que proyecta cada palabra.
- Comprende que el receptor siempre reinterpreta.
Porque la percepción es la realidad.
“No es lo que emites, ni siquiera lo que transmites. Es cómo te perciben.”
Quizá no sepamos quién ganó esta operación financiera, pero sí podemos aprender quién pierde cuando comunica sin estrategia: la credibilidad.
Cada palabra genera una emoción, y cada emoción, una reacción. En un mundo saturado de información, lo que diferencia a los líderes brillantes no es cuánto hablan, sino cómo eligen las palabras que los representan.
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NOTA FINAL
Este artículo se inspira en una reflexión originalmente publicada en LinkedIn, donde cada semana exploramos cómo comunicar con poder, presencia y elegancia.




